martes, 20 de mayo de 2008

Una apuesta perdida

“Te contaré un sueño… Por alguna extraña razón los varones nos vemos impulsados a buscar y ‘consumir’ contenido para adultos en Internet. Yo no era una excepción. En la soledad de mi habitación buceaba por la red y, por casualidad –bonita palabra- encontré un blog que empecé a visitar con asiduidad. La protagonista publicaba en él sus fotos sin que su cara pudiera discernirse. ¿Eróticas? Se apreciaban sus pechos entre las sombras, sus braguitas a medio bajar entre sus tobillos, sus curvas oscilantes entre las sábanas… El tipo de mujer que a mí me gusta pero, mi visita habitual no se debía al atractivo sexual de su cuerpo. Era la promesa de la suavidad de su piel lo que me hipnotizaba y la extraña sensación de ‘reconocerla’. “Pequeña”, así se llamaba el blog.
Entre una mezcla de flashback y estética de Linch no puedo explicar una serie de escenas que se agolpan en mi memoria. Sólo recuerdo que cogí un tren. A la mitad del camino la vía se bifurcaba y tomaba el de la derecha. Destino: el horizonte. Debía dirigirme a tu casa porque lo siguiente que recuerdo era tu habitación y a ti tumbada en la cama, en un casa que no recuerdo como tuya, pero sí olía a ti. Había ido a arreglarte el ordenador y mientras, esperabas bajo las sábanas, boca abajo, mostrándome un costado. Limpiando carpetas encontré algo que, tal vez, jamás debería haber visto. Entre algunas de tus fotos con amigos comunes, había otras muchas que me eran muy familiares. Te reconocí en las fotos de “pequeña”.
Me acerqué a tu cama. Ahora podía verte la espalda al completo. A la altura de los riñones, una mancha blanca que jamás había visto. Tantos años yendo a esa habitación, viéndote hecha un ovillo… y te encontré distinta. Menos niña que nunca.
Con los ojos semi entornados, por fin, hablaste con parsimonia taciturna: Pasa conmigo la tarde. Te apuesto que no podrás evitar tocarme.
No añadiste nada más y yo no dejaba de pensar en tocarte justo al final de la espalda, donde la mancha nacía. Una nube en el horizonte.
Durante unos segundos dudé y, finalmente, decidí no jugar a una apuesta perdida de antemano. Me di la vuelta y me marché”.


2 comentarios:

Liet-Kynes dijo...

Me gusta lo que veo y leo en este blog. No me importaria seguirlo asiduamente. Me gusta ver peliculas tumbado en la cama. No me importa estar acompañado cuando las veo. Me gusta escuchar musica y que la letra me llene por dentro. No me importa tener malos momentos, porque asi se aprecian los buenos. Me gusta leer en el tranporte publico y que el tiempo pase volando. No me importa pasarme de la parada del tranporte publico. Me gustaria conocerte. No me importaria que me agregaras al messenger para conseguirlo.

:P

Un abrazo

Sahar dijo...

hoy he llegado aqui por casualidad. Primera vez que escribo en un blog. Al entrar las palabras me retuvieron, se impregnaron en mi y ya no puedo separarme de ellas. Gracias por ayudarme a descubrir que hay rincones en la tecnología que hacen recordarnos que aun soñamos, que no estoy sola. Yo no me habria ido de esa habitación pero si habria alargado el momento hasta despacio dar un beso en su suave espalda casi sin tocarla. ese momento seria el propicio para darme la vuelta y marcharme.